Por: zes
Lo único militar que 40 millones de personas aceptan, en un país donde casi todo tiene una bota militar, es el color Vinotinto. Ese que en su Génesis viene de los cuarteles, hoy en época de mundial se extraña tanto como el vino, que por la inflación y por convenios rotos con países del cono sur no se pueden comprar.
El patriotismo debe llegar al extremo para que se grite el mismo gol del lado derecho que el del izquierdo y aunque a muchos les de asco, es una ilusión que florece inevitablemente en la sociedad venezolana que le ha dado por extrañar todo. Extrañan porque la familia se fue, extrañan los productos que ya no encuentran y extrañan el nerviosísimo colectivo que provoca ver un Juego de la Selección Nacional de Fútbol “La Vinotinto”.
La selección femenina ha logrado dar buenos resultados. De hecho, la representación de Venezuela en La Copa del Mundo Rusia 2018 es Deyna Castellano, una jugadora con un talento indiscutible.
Ya han pasado más de 200 días sin ver a los guerreros tras el balón, y no será hasta el próximo 7 de septiembre que se enfrenten en un duelo amistoso contra la selección de Colombia. El encuentro amistoso servirá para ir moviendo las piezas de cara a lo que será la Copa América y el inicio de una nueva eliminatoria mundialista rumbo a Qatar 2022.
Que mientan los políticos está en el manual de estilo de cualquiera que ocupe el cargo, pero que sea el deporte el que, dé esa cuota de honestidad, para que a nadie más se le parta el corazón viendo tendido en el engramado a un Vinotinto destrozado y sin una clasificación.
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