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Roadrunner: Anthony Bourdain en primera persona

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El género documental existe para tratar de mostrar de la manera más cercana posible al espectador, la realidad generalmente de un mundo o personaje que no puede conocer de forma directa. De esto se encarga la televisión, muestra un personaje, que tiene un trabajo envidiable; come en distintas partes del mundo, toma cerveza, fuma los cigarrillos que más le gustan y rompe todos los esquemas de la cocina clásica.

Anthony Bourdain era el rockstar de la gastronomía universal y así lo mostró la televisión. Es en este punto donde se desmiente a la televisión y crece en documental póstumo que en sus primeros cinco minutos te advierte que no tendrá un final feliz. La gastronomía en el documental está en un plano secundario, el trabajo muestra lecciones de cómo vivir intensamente sin traicionar valores propios, con la inseguridades propias de quien es capaz de crear, con aciertos y excesos.

Detrás de lo que se ve en cualquier producción hay sufrimiento, hay familias disgregadas por los viajes y los días de rodaje; el vacío intenta ser llenado por algunos logros, pero no se puede tener una familia y viajar más de 200 días al año. El documental está centrado en lo que pasó después de la publicación del libro “Confesiones de un chef” .

La narrativa está repleta de entrevistas a personas cercanas a Anthony: amigos, productores, esposas y colegas de la cocina. Se muestra a un Bourdain con matices. Quizás una de las partes más sensibles como padre, pero también como humano al entender las necesidades alimentarias de un población y decidir entregar comida a las personas, muestra partes de la grabación donde todo se pudo salir de control.

Anthony, en Roadrunner. se muestra como alguien que vive al borde del abismo, un creador que va con el cuchillo entre los dientes tratando de exprimir la adrenalina que puede crear su cuerpo al máximo.