Por: Luis Cabrera
La diáspora es un tema que nos tocó a todos y cada uno de los venezolanos. Cada uno de nosotros al menos conoce a alguien que se fue del país. Y este fenómeno sigue vigente. Semana tras semana seguimos viendo colas para apostillar títulos, buscar pasaportes, y todo tipo de diligencias necesarias para desenvolverse en una carrera fuera del país.
Lo cierto es que muchos no logran ejercer su carrera fuera de nuestras fronteras, por múltiples variables, desde la documentación exigida por cada país residente para poder laborar, así como la necesidad de inmediatez en contar con un ingreso obligando a tomar el primer empleo que se encuentre.
Los venezolanos se han vuelto un problema para los países de la región, un problema serio, no por lo que vemos en redes sociales, sino por cómo se incrementa el número de habitantes de las principales ciudades a una tasa muy por encima de la natural.
Vecinos incómodos
Imagine que, en su vecindario, semanalmente llegaran unas 5 familias. Es un número manejable seguro piensa usted. Ahora, en la semana treinta estamos hablando de 150 familias. Y si llevamos esto a dos años, serían aproximadamente 260 familias. Esto poco a poco va mermando la capacidad de los servicios públicos, incrementa el valor de los alquileres, toca la membrana de lo cotidiano, ya no se conseguirán empleos cerca, y quienes estén desempleados pues son potenciales trabajadores informales o delincuentes.
Para el residente, la llegada de esta cantidad de inmigrantes, por supuesto que le podría generar molestias. Recordemos que la educación en nuestro país es quizás la más barata de la región, por lo que es difícil imaginar la sensación de frustración para algunos chilenos (país donde es tradicional ver protestas por los altos costos de la matrícula universitaria), que no han podido ir a la universidad por no poder costearla, ver la llegada de jóvenes profesionales así de la nada.
El modo en que se alteran los indicadores macroeconómicos con estos movimientos migratorios generan una sensación de inestabilidad, rompen el esquema de trabajo, y requieren revisiones para medidas adicionales y no permitir que se venga abajo una economía por no tener la capacidad suficiente de albergar nuevos habitantes sin una planificación previa, con viviendas, empleos, escuelas, censados.
Los casos de delincuencia han sido viralizados, responden a esa mala propaganda que se le quiere dar a la migración venezolana para frenarla, también a intereses particulares mediáticos en contra de cada uno de los países que han recibido a los venezolanos como arma política. La verdad, es que la mayoría de quienes se han ido, lo han hecho con la intención clara de trabajar en búsqueda de una estabilidad económica y emocional. Y deseamos lo mejor para ellos, un país es más que un terreno con una bandera, es su gente.