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Humanos inconscientes, especies extintas: Día de la Tierra

Desde 1992, la Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró el 22 de abril como día internacional de la Madre Tierra y este año está enfocado en la preservación de las especies que son afectadas por el impacto ambiental que genera el ser humano en la Tierra y en la biodiversidad.

Al referirnos a la biodiversidad, que es la variedad de seres vivos que existe en el planeta, la cantidad de especies de flora y fauna que desaparece en la Tierra se estima que ronda entre las 150-200 cada 24 horas. Este ritmo merma a pasos agigantados la biodiversidad del planeta.

Todo vale. Desde el pájaro que algunos tienen en una jaula en su hogar, hasta el poco interés en el calentamiento global. Cosas que van haciendo a la humanidad menos humana, y a los animales y ecosistemas, víctimas. De hecho para algunos animales, ya es muy tarde.

“Protejamos nuestras especies”

El Guacamayo azul se extinguió en su hábitat natural en el año 2000, 11 años antes de que se estrenara la película “Río”, cuyo tema central era alertar sobre el peligro de extinción de esta guacamaya.

Esta especie de Brasil se extinguió en su forma salvaje a causa de la deforestación en su entorno y la cacería masiva para ser comerciadas como aves exóticas por su peculiar belleza, según reveló en un estudio la organización Bird Life en septiembre de 2018. El reporte dice que aunque la especie está extinta en la naturaleza, existen entre 60 y 80 guacamayos azules que sobreviven en cautiverio.

Por su parte, el último ejemplar de la tortuga gigante de Pinta,vivía en las islas Galápagos, en Ecuador, se le conocía como el Solitario George y falleció el 24 de junio de 2012 por desgaste de su propia edad, más de 100 años.

La población de esta especie de tortuga disminuyó hasta llegar a su extinción a causa de la desmedida cacería para comer su carne y comerciar su caparazón.

Otra especie perdida es el sapo dorado, fue víctima del calentamiento global. Para su reproducción se requería cierto nivel de humedad, pero los cambios climáticos en su hábitat alteraron el ecosistema y no se reprodujeron nunca más.

Habitaban en las charcas del bosque nuboso Monteverde en Costa Rica. Estas charcas se secaron debido a un cambio drástico en la temperatura de la zona que evitó que se formara la neblina que las protegía, de acuerdo con el Centro Científico Tropical (CCT) de Costa Rica.

Colapso avisado

El planeta está al borde del colapso casi sin darnos cuenta, ya que producimos 150 millones de toneladas de plástico de un solo uso cada año y, de ellas, ocho millones de toneladas acaban en el mar; en los últimos 25 años el nivel del agua del mar ha subido el doble de lo previsto; el 40% de la población mundial tiene ya problemas por la escasez de agua; la contaminación, como alerta Naciones Unidas, es responsable de una de cada seis muertes a nivel mundial, matando a más personas incluso que la guerra, el hambre o los desastres naturales.

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