Todos los Equipos de Protección Personal (EPP) están hechos de plástico. La protección de la ciudadanía común y especialmente del personal de salud está hecho con el material que ha inundado océanos y ciudades.
Máscaras quirúrgicas, guantes, equipos de protección, bolsas para cadáveres: la crisis de la COVID-19 ha provocado una rápida expansión en la producción de elementos plásticos que se necesitan desesperadamente.
La producción es necesaria, de eso no hay duda. Pero ¿qué pasará después? Todo ese plástico debe terminar en algún lugar, y los activistas ambientales temen que sea un problema grande el que se avecina.
Antes de esta crisis sanitaria, hubo varios anuncios sobre ciudades y países que regulaban el uso de plástico debido a la exponencial contaminación. Las implicaciones de esas tendencias podrían significar años de problemas para nuestros océanos ya contaminados.
CNN entrevistó Nick Mallos, de la ONG estadounidense Ocean Conservancy. «Sabemos que la contaminación plástica es un problema global: existía antes de la pandemia (…) hemos visto muchos esfuerzos de la industria para revertir algunos de los grandes avances que se han logrado. Tenemos que ser muy cautelosos acerca de hacia dónde vamos, después de la pandemia», afirmó.
Según un estudio del 2019, la producción mundial de plástico se ha cuadruplicado en las últimas cuatro décadas, en su momento se advirtió que, si esa tendencia continúa, la fabricación de plásticos representará el 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050. En comparación, en todo el mundo las formas de transporte ahora representan el 15% de las emisiones.
Al océano llegan 8 millones de toneladas de basura plástica anualmente, y la tasa empeora cada año.
«La industria del plástico está utilizando COVID-19 para explotar los temores de las personas sobre el saneamiento y la higiene para interferir con la legislación que prohíbe o regula el uso de bolsas de plástico de un solo uso», explicó Greenpeace en un artículo publicado en su página web.
Aseguraron que al menos en Estados Unidos, la industria del plástico se ha aprovechado de la ansiedad y el estrés que tiene la población y han usado informaciones falsas especialmente grupos «financiados por petroquímicos, como el Manhattan Institute y el Competitive Enterprise Institute, no solo es oportunista, sino irresponsable y peligroso», alegaron.