Como si se tratara de un antiguo ritual, el fogón crepitante va elevando su temperatura con cada leño que se agrega.
La parte trasera del restaurante, donde está la cocina de Criollo Mix en Canoabo, se convierte en el corazón de un lugar que irradia calidez. Las manos de las generaciones más viejas se entrelazan con las de la juventud en un baile armonioso, donde Roque y Mariangel, con esmero y dedicación, dan vida a cada corte y preparación.
Los patacones crocantes, los jugosos cortes de carne a la parrilla, las cachapas doradas, el dulce de lechosa y el papelón, son los protagonistas de un menú que transporta a los comensales a un paseo sensorial por los Valles Altos de Carabobo.
En este rincón del mundo, la alacena local se erige como un pilar fundamental, donde plátanos, maíz y papelón, ingredientes con un profundo arraigo canoabero, garantizan un sabor único en cada bocado. Sobre manteles coloridos, en un salón adornado por un tinajero que evoca tiempos pasados, se teje el escenario perfecto para satisfacer los paladares más exigentes. Y si la suerte acompaña al visitante, el patacón o la cachapa de la mesa, fue elaborado con la materia prima que la misma familia cosecha.
Una mesa especial, ubicada bajo la sombra generosa de un árbol de Cotoperis, ofrece una experiencia diferente, un refugio donde los sabores y la naturaleza se entrelazan en un abrazo cálido.
Canoabo, un pueblo que acoge a su gente con los brazos abiertos, es un lugar que atrapa y encanta a quienes pasan de largo y a aquellos que deciden echar raíces.
Mariangel,luego de haber estado fuera de Venezuela, regresó a su tierra natal para encontrar en Canoabo y en su rica gastronomía las bases para seguir adelante.
Así, ya son cinco años ofreciendo a los turistas y locales un festín de sabores criollos, un homenaje a la tierra que la vio nacer.