¿Quién no ha sentido el rugir del océano en las páginas de un libro? ¿O el calor abrasador de las dunas del desierto? Alberto Vázquez-Figueroa (Santa Cruz de Tenerife, 1936) no solo lo ha sentido, sino que, con su pluma lo ha convertido en tinta y verbo. Novelista incansable, periodista de trinchera e inventor de soluciones imposibles (hoy en día es el dueño de más de ocho patentes relacionadas con la depuración del agua, la más llamativa quizá se una desalinizadora por ósmosis inversa la cual hace potable el agua de mar, y al mismo tiempo genera energía eléctrica durante el proceso). Este maravilloso soñador, ha tejido con más de cien obras, un tapiz literario que abraza aventuras y denuncia social con igual fervor, convirtiéndose así en uno de los escritores españoles más prolífico de la literatura contemporánea, vendiendo millones de libros en todo el planeta.
En estas líneas, que se quedarán cortas, nos adentraremos (o al menos trataremos de encontrar la entrada) de su vida y legado, además espero, sirvan como humilde homenaje de un servidor, a tantas horas de lectura maravillosa y como recomendación para todos aquellos que quieran disfrutar de innumerables historias narradas con la calidez y humanidad con la que te habla un amigo de la infancia.
La existencia misma de nuestro querido protagonista ya es de novela ¡y de las buenas! Nacido al inicio de la guerra civil española, nieto de farero, su madre nació en la remota isla de Lobos, próxima a la isla de Fuerteventura. Por motivos políticos, su familia fue exiliada, su hermano mayor se refugió con un familiar en Venezuela y él se fue a vivir con su tío al Sáhara occidental, en el África española, donde pasó los primeros dieciséis años de su vida en el desierto. “Su educación, entre pizarras de arena, pupitres a la sombra de palmeras y con un sol infernal y justiciero, pendía exclusivamente de los libros que su tío guardaba en una modesta biblioteca, Stevenson, Julio Verne, Jospeh Conrad, Herman Melville, entre otros escritores, que contaban historias de lugares exóticos y aventuras extraordinarias, de vidas como la del pequeño Alberto”. A los veinte, se convirtió en profesor de submarinismo a bordo del buque-escuela Cruz del Sur en su Tenerife natal.
Más adelante, y debido a sus ansias incansables de conocer y comprender el mundo en el que vivía, decidió trasladarse a la Península, donde cursó estudios de periodismo en la Escuela de Periodismo de Madrid, dos meses más tarde de salir de la facultad madrileña en 1959, compró un velero con un par de amigos para surcar las turquesas e insólitas aguas de la Polinesia. A su vuelta, en 1962 comenzó a trabajar como enviado especial de diferentes medios como Destino, La Vanguardia y, posteriormente, de Televisión Española. Durante quince años visitó casi un centenar de países y fue testigo de numerosos acontecimientos clave de nuestro tiempo, entre ellos, las guerras y revoluciones de Guinea, Chad, Congo, República Dominicana, Bolivia, Guatemala, etc. Las secuelas de un grave accidente de inmersión le obligaron a abandonar sus actividades como enviado especial. Tras dedicarse una temporada a la dirección cinematográfica (si, también hizo pelis, él mismo dirigió las adaptaciones cinematográficas de alguna de sus novelas), se centró por entero en la creación literaria, ¡os dije que era de las buenas! Vázquez-Figueroa vivió en Venezuela durante varios años, una experiencia que influyó profundamente su manera de entender el mundo.
Durante su estancia, trabajó en diversas actividades y absorbió la cultura, los paisajes y las dinámicas sociales del país, que en aquel entonces vivía un auge económico gracias al petróleo y era un destino atractivo para inmigrantes. Esta vivencia se refleja en obras como Mañana Venezuela, Bajamar o en la triología de Océano (Océano, Yaiza y Maradentro) donde aborda la migración canaria hacia Venezuela y la lucha de sus protagonistas por construir una nueva vida, desde la pesca de sardinas, la perforación de pozos petroleros o la búsqueda de oro en el Amazonas. Entre sus numerosas publicaciones cabe mencionar: Tuareg, Ébano, Manaos, Océano, Yaiza, Maradentro, El perro, Viracocha, La iguana, Nuevos Dioses, Bora Bora, la serie Cienfuegos, La ordalía del veneno, El agua prometida, Sicario, La Taberna de los Cuatro Vientos, Los bisontes de Altamira, Por Mil Millones De Dólares, y tantos más que da hasta lastima no ponerlos todos, para ello os invito a visitar su blog personal, además de su página dedicada en la editorial Kalima books y a indagar sobre este excelente novelista e incansable contador de historias. Para finalizar, si pese a esta gran historia, no te dan ganas de abrir un libro suyo (la mayoría están disponibles online) al menos ponte una de sus obras llevadas a la gran pantalla (Manaos, Tuareg, La iguana o Ébano) junto con un gran bol de palomitas y una Polar fresquita.