Oswaldo Borges tiene su taller en la avenida Lisandro Alvarado al sur de la ciudad de Valencia. Este año cerró sus puertas, pero no por una razón derivada a la crisis económica en Venezuela, sino porque trabajaba prácticamente sobre las aguas negras que corren por buena parte de la zona.
“Tuvimos que ponerle tierra para que el agua no entrara al taller. Todo comenzó con una obstrucción, le metieron una guaya y luego rompieron más adelante. Ellos (Hidrocentro) no saben dónde están rompiendo no encuentran el tubo”.
Algunos vecinos tomar decisiones más contundentes: dejar sus casas porque el hedor es insoportable.
Las obras incompletas de Hidrocentro afectan directamente al ya golpeado escenario económico de los negocios en la zona que en su mayoría se dedican a la venta de repuestos para vehículos.
Los habitantes se quejan del posible riesgo para la salud que representa.
“Aquí se han caído señoras, porque esto está baboso ya de tanto tiempo que tiene corriendo el agua, son ya cuatro meses”, puntualizó Borges.