Por: José Angel Rodríguez
La imagen de Loris Karius, quebrado en llanto al terminar el partido definitorio de la Champions League entre Real Madrid y Liverpool en Kiev dio la vuelta al mundo, tanto e incluso más que la de Sergio Ramos levantando el tercer título consecutivo en la competición por parte del equipo madrileño.
El portero alemán del conjunto inglés se acercó hacia las tribunas donde aún permanecían los aficionados “Reds” y en un simbólico gesto de vergüenza deportiva se disculpó, una y otra vez por el par de errores insólitos que se reflejaron en la derrota 1-3.
Cuando el marcador aún se mantenía intacto, Karius vio interceptado por el atacante Karim Benzema un balón que intentó pasar con la mano y en el rebote entró a la red, en una acción que dejó incrédulas a las más de 350 millones de personas que se estima observaron el encuentro. Mientras que ya debajo 1-2, un disparo de larga distancia de Gareth Bale le dobló las manos para colocar la daga definitiva en la noche, y quizás de su estancia en la ciudad de The Beatles.
“No puedo dormir. Las imágenes no dejan de pasar por mi cabeza una y otra vez. Lo siento profundamente y pido perdón a mis compañeros, a todos los aficionados y al cuerpo técnico”, escribió el arquero un día después en su cuenta Twitter, desde donde decidió ignorar las amenazas de muerte recibidas que prendieron las alarmas de la policía británica. Sin embargo, el caso del futbolista de 24 años hace recordar otros lamentables hechos en el deporte.
LA CONDENA DEL MARACANÁ
Moacir Barbosa fue el portero de Brasil en el mítico enfrentamiento entre la “canarinha” y Uruguay en el Mundial de 1950, el emblemático “Maracanazo”. La selección brasileña solo necesitaba empatar ante los charrúas para alzar su primera Copa, sin embargo, un remate de Alcides Ghiggia se coló entre el poste y la mano del guardameta para decretar el descalabro, silenciar a 200 mil personas y desatar una depresión colectiva, además de una condena individual.

ABC.es
“La pena máxima en Brasil por un delito son 30 años, pero yo he cumplido cadena perpetua por aquello” llegó a declarar alguna vez Barbosa, quien desde ese error recibió el repudio de la sociedad brasileña, hasta el punto que en 1994 se le prohibió visitar a la selección que disputaba el Mundial en Estados Unidos, por “traer mala suerte” según el director técnico Mario Zagallo.
EL ADIÓS DE ESCOBAR
Para la Copa del Mundo en territorio estadounidense Colombia llegaba con un favoritismo inédito luego de un absoluto dominio en las eliminatorias al torneo donde destacó una goleada histórica contra Argentina en Buenos Aires por 5-0. Sin embargo, la travesía mundialista fue corta, luego de caer derrotada frente a los anfitriones en fase de grupos, en parte, debido a un autogol de apertura de Andrés Escobar.
Pocos días después de regresar a su país, Escobar fue asesinado de múltiples disparos al salir de una discoteca en Medellín y aunque al día de hoy aún existen versiones encontradas de si fue una venganza de apostadores por el error cometido en la cancha o un hecho circunstancial, la imagen del defensa central que para ese entonces contaba con 27 años, se transformó en la de un mártir a escala mundial del deporte.
LA MALDICIÓN EXTENDIDA
Ya en otro terreno, con diferentes dimensiones y reglas pero con la misma pasión arraigada de sus fanáticos, el béisbol tiene un libro repleto de historias para contar en lo que a errores deportivos se trata. Quizás uno de los más recordados sea el de Bill Buckner con los Medias Rojas de Boston en 1986.
Era la Serie Mundial contra los Mets de Nueva York y la novena bostoniana se encontraba arriba en la serie 3-2, y también en la pizarra del sexto duelo 5-3 durante la parte baja del décimo inning, por lo que la icónica “Maldición del Bambino” como se le conoció a la gama de infortunios de los Red Sox desde la venta de Babe Ruth a los Yankees en 1918, estaba a punto de acabar.

NY Daily News
Solo hacían falta tres strikes, un out, para acabar con la sequía de 68 años sin títulos. Sin embargo, en una serie de eventos que todavía se hace difícil de creer, los Mets fueron capaces de llenar las bases, empatar las acciones y en un rodado inofensivo de Mooki Wilson al primera base Buckner, le dieron vuelta al juego, con una pelota que pasó entre sus piernas y desencadenó la extensión de la maldición, debido a que Boston perdió el último compromiso y tuvo que esperar un total de 86 años para volver a ser campeón. Algunos errores tardan más en olvidarse.