Las manifestaciones culturales en Venezuela están ampliamente documentadas, encontrar una cofradía que va dando sus primeros pasos es un tesoro. En Valencia La fotógrafa Charlene Sirit con una aproximación sensible, honesta y llena de mucha fe elaboró una serie fotográfica que cuenta como el primer registro de los Diablos Danzantes de los Cuatro Templos de Valencia.

Diablos Danzantes de los Cuatro Templos. Fotografía: Charlene Sirit
Charlene, fuiste la primera en documentar visualmente a los Diablos Danzantes de los Cuatro Templos en Valencia. ¿Cómo descubriste esta cofradía emergente y cuál fue tu motivación?
Descubrí la cofradía gracias a mi gran amigo Saúl Zerpa quien ese año me comentó que si deseaba cubrir esa pauta y bueno siempre me han motivado los retos y nuevas oportunidades, así que sin pensarlo dos veces lo hice.
Esta cofradía nació en 2020 como un rogativas para pedir el fin de la pandemia. ¿Cómo fue fotografiar una tradición en plena gestación, sin referentes visuales previos? ¿Qué detalles te sorprendieron de su identidad única, como las máscaras con la «V» o los colores de Valencia?
La experiencia de fotografíar una cofradía que se desarrolla netamente en el casco histórico tan movido como el de Valencia es muy interesante, ya que de ella salta mucha historia valga la redundancia, Pero que se pasee una festividad cultural es complejo. Lo principal es la expectativa, yo ese día fui a sorprenderme y a ser parte, tenía que pelear o hacerme pana del clima, no buscar aspectos estéticos sino contar su historia, y eso hice.
Si, los detalles de sus vestuarios y las máscaras son cosas que me enamoran. Lo encomendados que van y sus colores que solo son de ellos también.
Los Diablos Danzantes son una paradoja: representan el mal que se rinde ante lo divino. Al capturar su devoción, ¿cómo equilibraste en tus imágenes la fuerza ritual con la intimidad espiritual?
Realmente siempre hay que vivir las cosas para entenderlo. Ese día aún estando con la cámara, jamás falte el respeto de cada ritual y cada rendición ante en santísimo. Soy muy creyente del que cree desde adentro y en el silencio o el sonido de un cuatro y maracas también puede explotar el silencio íntimo a la máxima frecuencia.

Diablos Danzantes de los Cuatro Templos.
Fotografía: Charlene Sirit
Las cofradías antiguas, como Patanemo o Canoabo, tienen siglos de historia, pero las nuevas, como los Cuatro Templos, reinterpretan la tradición. ¿Viste en ellos un diálogo entre lo ancestral y lo contemporáneo? ¿Cómo lo plasmaste?
Yo realmente ví cultores creyentes haciendo de lo divino algo mágico. En ese momento ves la fe manifestándose con la danza y el mantra de una canción.
En cofradías como Canoabo, las mujeres tienen roles activos, algo poco común. En Valencia, ¿observas cambios en la participación femenina o en la dinámica generacional?
Si por supuesto, de hecho en la cofradía de los diablitos de los 4 templos hay una figura que se llama «La Sayona», hay una mamá con tres de sus niños y otros adolescentes y todos coexisten en armonía por un fin común y es propagar la cultura y esas raíces como Venezolanos.
Las máscaras de tapara, los cuernos y los colores varían según cada cofradía. ¿Cómo abordaste la diversidad estética de los Diablos? ¿Alguna máscara o traje se quedó grabado en tu memoria?
Las máscaras se diferencian porque no son antropomorfas, y por eso son diablitos, aparte guardo una en la cabeza que es de una señora llamada Marina que su traje es azul floreado y tiene muchas muchas medallas, cruces y estampitas para alejar cualquier mal espíritu mientras danza.
Esta tradición fue declarada Patrimonio Inmaterial en 2012, pero muchas cofradías luchan por visibilizarse. ¿Crees que tu trabajo ha ayudado a preservar su legado? ¿Qué historias detrás de los danzantes te conmovieron?
Muchísimas quedaron por fuera y muchas aún siguen en ese silencio sepulcral. Espero que si, tengo un archivo cuando los diablitos danzaron solos y yo con ellos. A mí la cofradía me hace sentirme parte de ella, que tenga una intención la danza, que lleven consigo una reliquia de la Virgen del Socorro, todo eso es importante para mí porque me gusta darle el valor que se merecen.
El Corpus Christi es de caos, color y música. ¿Qué técnicas usaste para crear la esencia dinámica del baile sin perder la profundidad cultural? ¿Prefieres planos abiertos o detalles?
Mi fotografía suele ser diversa, aunque me encanta hacer fotos de detalles, sino siempre busco una mirada, una foto que se escuche, una plegaria, algo que cuente más que mi propio cuento.
Julián Lugo (Patanemo) menciona que no hay rivalidades entre las cofradías. ¿Sentiste esa unidad en Valencia? ¿Cómo se refleja la cohesión social en tus fotos?
En Valencia lo que más se siente es el sentido de familia, de hecho el año pasado antes de danzar y mientras se vestían se encomendaron con una oración de Julián Lugo. De hecho si uno le faltaba un alfiler el otro se lo daba, o si al final había sed estaba el hermano que danzó al lado y te ayudaba. Realmente hay muy buena relación entre ellos.
Y en mis fotos se nota cuando se ayudan a vestir, se santiguan y bautizan los unos con los otros, se ve de verdad que hay familia.
Con cofradías jóvenes como los Cuatro Templos, ¿crees que la fotografía documental puede ser una herramienta para que nuevas generaciones se interesen? ¿Qué mensaje dejarías a quienes quieran retratar estas expresiones?
Oye sería increíble que por medio de mis imágenes el Valenciano amará sus tradiciones (nuevas y con antigüedad) y lo de mi mensaje, les preguntaría si realmente lo hacen porque lo sienten o para que los vean, ya que Valencia siempre se ha considerado como una ciudad esnobista y caer en eso con una expresión cultural tan hermosa sería una lastima. Pero si desean visibilizarlos de una forma desinteresada y enamorarse de lo que tienen para dar sería maravilloso.
Si tuvieras que elegir una sola foto de esta serie que resuma la esencia de los Diablos, ¿cuál sería ?

Diablos Danzantes de los Cuatro Templos.
Fotografía: Charlene Sirit