Black Sabbath, la banda que definió el heavy metal, se despidió con un último concierto en Birmingham, un evento que celebró su legado perdurable. Desde su formación en 1968, Black Sabbath ha sido la piedra angular del género, influyendo a innumerables artistas, desde Metallica hasta Slipknot. Corey Taylor, vocalista de Slipknot, resumió la esencia de su impacto: “Sabbath nos dio las instrucciones, nos dio la receta”.
La música de Black Sabbath ha resonado a través de las décadas, con letras que exploran lo oscuro y lo desconocido. Taylor mencionó cómo la canción que lleva el nombre de la banda es una de las más aterradoras que ha escuchado, un testimonio del poder emocional que su música puede evocar. Este último concierto, titulado “Back to the Beginning”, contó con la participación de gigantes del metal como Slayer y Anthrax, quienes se unieron para rendir homenaje a la banda que les abrió las puertas.
La historia de Black Sabbath es también una historia de resiliencia. Tony Iommi, el icónico guitarrista, sufrió un accidente laboral que le costó las puntas de dos dedos, pero en lugar de rendirse, creó sus propias prótesis y redefinió el sonido del metal. Esta transformación, según Rob Halford de Judas Priest, fue el catalizador de una nueva era musical, donde la pesadez y la intensidad se convirtieron en la norma.
El legado de Black Sabbath no se limita a su música; también ha influido en la cultura del metal, fomentando una comunidad diversa y acogedora. Hoy, la escena metalera se enriquece con la participación de mujeres y artistas no binarios, un cambio que refleja la evolución del género. Debbie Gough, líder de la banda Heriot, destacó cómo la inclusión ha permitido que más voces sean escuchadas.
A medida que Black Sabbath se despide, su influencia sigue viva, recordándonos que el metal es más que un género; es un movimiento cultural que continúa desafiando las normas y celebrando la individualidad.