Desde la noche del 22 de enero empezó la actividad en la calle. Twitter y medios digitales hacían referencia a todo lo que pasaba, con noticias falsas mezclándose entre los hechos. Todo esto antesala de un 23 esperado, un 23 que prometía ser tan especial como aquel del 58.
Así, la oposición venezolana pasó en unas semanas de la desesperanza y división a un panorama un poco más claro. El 12 de febrero de 2014 y el 1 de abril de 2017, días que iniciaron olas de protestas que se prolongaron por meses y dejaron decenas de muertos, miles de heridos y detenidos, se buscaba el mismo objetivo.
¿Por qué esta vez fue diferente?
La principal diferencia es que esta vez la comunidad internacional está más involucrada, no solo desconoce a Maduro como presidente, sino que reconoce a Guaidó como jefe del Ejecutivo.
El 10 de enero también fue clave. Maduro inauguró un segundo mandato después de haber sido elegido, en mayo, en unos cuestionados comicios con alta abstención. Sin oposición ni comunidad internacional, adicional a la peor crisis económica en la historia de Venezuela.
El tema con los militares también es clave, el martes, la Asamblea Nacional aprobó una Ley de Amnistía que en teoría daría a los militares un incentivo para colaborar en lo que llamaron el «restablecimiento del orden». Sin embargo, el alto mando ha ratificado su compromiso con Nicolás Maduro.
Víctimas y reacciones
Hasta la mañana de este 24 de enero, el Observatorio Venezolano de Conflictos confirmaba 16 fallecidos en todo el país. Sin embargo Provea mantenía la lista en 14 con identidades confirmadas.
La totalidad de estas muertes se produjeron por impacto de bala, en contextos en los que agentes de la fuerza pública y agrupaciones paramilitares actuaban en labores de represión de protestas.
13 de las víctimas eran de sexo masculino y una de sexo femenino, confirma Provea. Las edades de las víctimas oscilan entre los 47 y los 19 años de edad. Y en 13 de los casos registrados, los asesinados participaban en protestas pacíficas que fueron atacadas por agentes de la fuerza pública y/o agrupaciones paramilitares.
¿Y ahora?
Nicolás Maduro pidió a sus seguidores realizar una vigilia en Miraflores para protegerlo. La convocatoria no fue lo esperado o planteado.
El descontento se ha profundizado entre varias de las clases socioeconómicas de Venezuela a medida que la hiperinflación le ha quitado prácticamente todo su valor a los sueldos. Más de tres millones de venezolanos han abandonado el país en los últimos años y quienes se han quedado batallan para encontrar alimentos y medicinas mientras enfrentan cortes de agua y una delincuencia exorbitante.
Guaidó anunció el miércoles que encabezaría un gobierno interino enfocado en la distribución de ayuda humanitaria, la implementación de medidas para cambiar por completo el rumbo de la economía y la organización de elecciones libres y democráticas. Guaidó ha argumentado que hacerlo no violaría la Constitución porque Maduro, cuya reelección a mediados de 2018 fue denunciada como amañada, había “usurpado” la presidencia.
En una entrevista a BBC, Luis Vicente León apuntó a un factor determinante: militares. «El poder real lo tienen las Fuerzas Armadas. Maduro es un factor importante pero no es el determinante. Sí lo son las Fuerzas Armadas pero están comprometidas de cabo a rabo con este desastre que ha habido en Venezuela». Pero a esto, se le suma la posición de Estados Unidos.
El presidente Donald Trump anunció que Estados Unidos usaría todo su poder «diplomático y económico» para lograr la «restauración de la democracia en Venezuela», a través de un comunicado.
«Que el mundo reconozca a Guaidó es el paso normal después de no reconocer a Maduro. Pero queda un vacío gigante para explicar cómo eso saca a Maduro del poder».