Por: Saúl Zerpa
La máquina de ficción detuvo los engranajes y la aguja de la inseguridad reventó la burbuja en la que vivían buena parte de los venezolanos. Lamentablemente la señal de la realidad que se vive en Venezuela fue la pérdida de dos vidas. Dos vidas que se conocen públicamente y por esa razón hacen que sus muertes salten a la vista.
La sociedad venezolana está dañada, a penas la noticia del accidente de Valbuena y Castillo comenzaba a publicarse, todos ya tenían la solución al problema, todos ya sabían que en esa zona ponían piedras para robar y además de saber todo eso venía el juicio. ¿Por qué no se fueron en el autobús? Si se van en el autobús no les hubiera pasado, como dijo el presidente de la liga “si fuesen viajado en el autobús esa cosa no hubiese pasado”.
Las culpas a esta hora no van a lograr soluciones, pero quizás la zozobra en la que se desenvuelve el colectivo, tratando de reunir una puya con un real para pagar lo mínimo, no nos deja ver que a parte de las vidas que se pierden en los atracos en la carretera el venezolano todos los días, pierde un poquito más su libertad. La única verdad es que como ciudadanos, todos tienen derecho a circular por donde quieran a la hora que quieran y el Estado debe garantizar la seguridad de todos.
Seguirán los peloteros insultando al presidente de la LVBP. El presidente de la liga en medio de sus nervios continuará cometiendo errores. Pero en ninguno de los dos escenarios la solución al problema se ve cercana.
Los 12 millones de dólares otorgados por PDVSA para que la campaña pudiera iniciar, no compran valores y no forman humanos, esos humanos que entienden que arrebatar vidas no está bien. Hace falta mucho más que dólares para formar mejores venezolanos. Hoy el béisbol está de luto, Valbuena y Castillo encienden las alarmas dentro de todos los equipos, sus vidas fueron instrumento para que la ficción de la LVBP se transformara en la más cruda de la realidades.