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El coronavirus es la primera infodemia en redes sociales.

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Mucho antes de que se publicara oficialmente el primer caso de coronavirus en Venezuela, Jesenia y Ernesto Márquez en Valencia tenían noches preguntando antes de dormir, que harían si el virus llegara a estar muy cerca.

Solamente pasó una semana desde que la OMS declaró a la COVID-19 como pandemia, ya habían algunos casos en Europa y los muertos se contaban por centenares. La decisión fue tomada, la orden era cuidar a los adultos mayores y tomar las medidas de aislamiento.

Desde ese momento la rutina cambió para la pareja y el único medio que los conectaba con el mundo exterior era internet y la información que se publicaba en redes sociales. La ansiedad iba creciendo día a día con el conteo de los fallecidos por países.

El dos de febrero, la OMS denominó al nuevo coronavirus como una «infodemia» masiva, refiriéndose a «una sobreabundancia de información —algunas precisas y otras no— esto  dificulta que las personas encuentren fuentes confiable cuando la necesiten». Esto es una distinción que diferencia al coronavirus de brotes virales anteriores. 

Si bien el SARS, el MERS y el Zika causaron pánico global, los temores sobre el coronavirus se han intensificado especialmente en las redes sociales. Ha permitido que la desinformación se propague y florezca a velocidades sin precedentes, creando un ambiente de mayor incertidumbre que ha alimentado la ansiedad y el racismo hacia las personas en el entorno digital.

Venezuela cuenta con un grupo de medios de comunicación que en medio de la infodemia han unido esfuerzos para realizar confirmación de noticias, el esfuerzo se extiende por toda Latinoamérica.

En un solo bloque, el sitio web Chequeado une a todos los verificadores de Suramérica. «Frente a la infodemia, la difusión de rumores y noticias con contenidos falsos, los chequeadores de Latinoamérica nos aliamos para compartir la información que producimos y, al unir esfuerzos, brindar mejor información a nuestras comunidades. 

Las desinformaciones que circulan en muchos casos son las mismas en distintos países y poder contar con el trabajo de otros ayuda a desmentir más rápidamente las falsedades y evitar su propagación.
Las notas que están publicadas en esta base pueden ser utilizadas libremente siempre que se cite y ponga el link a la nota original», es el enunciado del sitio web.

La base de datos de Chequeado es posible descargarla y consultarla online de forma directa, el contenido es información oficial, ordenadas por fechas y por países.

Todo suma, desde nuestro sitio web hemos emprendido el viaje para desarrollar un centro de verificación de noticias en este apartado los usuarios encontrarán un compendio de canales RSS de medios especializados en desmentir noticias falsas, también dentro del menú se ofrecen enlaces a herramientas de verificación.

«Recoge las cosas que te vamos a buscar, las clases están suspendidas», fue lo que le dijo Jesenia a su padre, un profesor en el sur de la ciudad aquel 13 de marzo cuando Nicolas Maduro anunció las suspensión de las actividades escolares.

Desde ese día al final de la tarde, padre e hija como un ritual, se comentan el número de casos y fallecidos en Venezuela.

La gran avalancha de información a sobrepasado los esfuerzos en conjunto de grandes y pequeños dentro de la industria tecnológica. Facebook,TikTok, Google y Twitter han intentado colocar en primer lugar en los resultados de búsquedas relacionados con la COVID-19, a medios oficiales o la OMS.

Todo esto ha generado el escenario perfecto para la proliferación de contenido xenófobo. Memes racistas y difamaciones han proliferado en TikTok y Facebook. Algunos adolescentes incluso han simulado un diagnóstico de coronavirus para ganarse más influencia en las redes sociales. Esta toxicidad en línea también se ha traducido en interacciones en persona. Los asiáticos han enfrentado abiertamente el racismo y el acoso, y los barrios chinos y los restaurantes chinos han visto retrasos en los negocios.

Aunque las redes sociales parecen ser el peor lado de la infodemia para algunos expertos tiene un lado positivo importante. Raina MacIntyre, experta en bioseguridad de la Universidad de Nueva Gales del Sur, publicó un artículo en enero en la revista Epidemiology que encontró que los puntos críticos de los tweets podrían ser buenos indicadores de cómo se propaga una enfermedad.  «Especialmente cuando hay censura o falta de recursos para informar sobre enfermedades», dijo, esto podría ayudar a las organizaciones a reaccionar incluso antes durante un brote viral, deteniéndolos antes de que se conviertan en emergencias de salud global.

Las lecciones por aprender a penas comienzan. Difundir información no confirmada es un acto de irresponsabilidad que puede generar escenarios fatales en la población. Únete al equipo que combate la infodemia. El primer paso es evitar difundir información que no esté confirmada.

 

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