Una joven María Isabel Villegas arreglaba sus muñecos en filas. Cada uno sentado detrás del otro y ella, al frente empezaba la clase. Su madre la veía, ¿cómo no darse cuenta de lo que su hija quería?
Hoy los juguetes fueron reemplazados por niños. María Isabel es Licenciada en Educación Inicial y Primera Etapa de Básica desde el 2015, es egresada de la Universidad de Carabobo y en sus cortos 29 años ha visto los altibajos de una crisis que llega a todos los sectores.
El 2016 fue un año movido. Se anunció por primera vez la salida de circulación del billete de 100, empezaba el cierre fronterizo con Colombia, el “dólar paralelo” cotizó los un mil bolívares fuertes y María Isabel Villegas cerraba su primera guardería, su gran sueño se había desvanecido gracias a los altos costos.
“La misma situación del país hizo que ya no pudiera mantener costos de mantenimiento, de salarios. Cuando abrimos tenía 150 niños como matrícula inscrita, había 9 salas abiertas, 18 maestras…Todo lo que implica una empresa”. Al final le tocó hacer de todo.
En la actualidad gana sueldo mínimo, al igual que miles de maestros en Venezuela, personal administrativo y obrero, pero la renovación es su bandera. Da clases en su Alma Máter, dicta conferencias y cursos, talleres para padres y también se mueve con las tareas dirigidas. Como miles de venezolanos, un trabajo no es suficiente.
A pesar de las adversidades no tiene planes de irse. “Hace unos meses colapsaba pero luego entendí que no hago nada regalándole mi profesión a otro país. Dije, yo invierto aquí”.
Cada 15 de enero se celebra el Día del Maestro, este año vino acompañado de protestas por ajustes salariales, falta de autonomía en algunos planteles y otros malestares. La investigación “El docente venezolano 24 años después” realizada por Tulio Ramírez, director del Doctorado de Educación en la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), que consultó a 636 maestros de escuelas oficiales en todo el país, reveló que para finales de 2018 el 70,1% de los maestros se declaró insatisfecho con su trabajo.
Pero muchos, como Maria Isabel Villegas, lo volverían a hacer. “Jamás me voy a arrepentir de ser maestra. Mal pagada, bien pagada, como sea, no me voy a arrepentir”.